marzo 06, 2007

¿Solo o mal acompañado?





Este Articulo me lo usurpe de la Revista del Domingo, muy contigente a los miedos que tenemos los viajeros frecuentes.
Es cada vez más común ver en Aeropuertos, Hostel, etc, viajeros solos , la necesidad de descubrir cosas, reflexionar de la vida, en fin. Me impacto a mi mismo, en muchas veces he mandado a todos mis compañeros a la punta del cerro.
A veces se necesita estar solo...

El plus del plan actual cero gestión, cero feedback, al final todo a la andanza de Lonely Planet o mia.
Disfruten a este tio que "paradojicamente" es paz.


Sergio Paz

Antes de partir, María José comentó en un asado que se iba de viaje a México por un año. ¡Qué buena idea!, dijimos entusiasmados los presentes. Claro que María José no parecía tan animada. "Iré con una amiga con la que he mochileado antes. El problema es que ha pasado el tiempo y ya no nos soportamos. Es más, nos odiamos", dijo.

Semanas después recibí un e-mail de María José. Decía: "Deséame suerte. No sé que va a pasar. ¿Qué es peor? ¿Viajar sola o mal acompañada?"

Qué pregunta. Recuerdo una historia. Ocurrió en Montañita, Ecuador, cuando en Montañita todo era insólitamente barato. La ruta era más o menos así. Primero había que llegar a Guayaquil. Y en seguida tomar un bus a Salinas, una misteriosa ciudad que se había quedado sin agua y, por lo mismo, estaba prácticamente abandonada. Luego te montabas en un bus y, vía Santa Elena, llegabas a Montañita. Yo llegué de noche, intoxicado, prácticamente con cólera. Tanto que, a duras penas, logré conseguir una cama en una gigantesca cabaña. Y me tiré hasta que amaneció. Y ahí estaban ellas. A un lado una rubia dorada, completamente desnuda, celestialmente acariciada por los primeros rayos de sol. Al otro lado, otra rubia, también desnuda bajo un erótico mosquitero. Me morí y llegué al cielo, pensé. Pero no. Estaba más vivo que nunca y ellas eran Gudrun y Lenda, dos amigas suecas: dos amigas en viaje.

Sé cuatro palabras en sueco: ja, nej, jag, du. O sea, sí, no, yo, tú. Es todo lo que aprendí de Gudrun y Lenda, con quienes compartí una hostería. El sitio era propiedad de Andrés y Gabriela, un emprendedor matrimonio quiteño que tenía una hija pequeña.

Pero llegaron Gudrun y Lenda y todo cambió. Llantos y gritos me despertaron una noche de luna. Lenda, eterna amante del topless, había seducido a Andrés. Y Gabriela, que los había descubierto en la playa, gritaba que era el fin, que no soportaba más, que el hotel se cerraba.

Nunca más vi a las chicas hasta que, meses después, me encontré con Gudrun en un bar de Cartagena, Colombia. "¿Y cómo está Lenda?", le pregunté. "No tengo idea. Me levantó un novio en la isla de San Andrés y desde entonces no la he visto". "¿Pero no eran amigas?", insistí. "Tú lo dijiste: éramos. A Lenda la conocí en un grupo de Alcohólicos Anónimos en Estocolmo. Viajamos por Europa un par de veces y luego vinimos a Sudamérica. Pero no más. Ahora entiendo que es mucho mejor viajar sola".

A esas alturas, ya llevaba más de seis meses recorriendo Sudamérica a dedo, completamente solo. Y, la verdad, dudaba que Gudrun tuviera razón. "¿Y no la extrañas, aunque sea un poco?", le pregunté. "Tanto como a la última cerveza", dijo Gudrun, secamente. Luego me quedó mirando y dijo: "en unas horas saldrá el primer bus a Barranquilla. Tal vez podríamos buscar otro bar". Ustedes ya podrán imaginar lo que pasó. Dudé hasta que se marchó.

En Internet: ¿Solo o mal acompañado? Siga con esta discusión en el foro de la revista que está en www.domingoenviaje.emol.com
Sergio Paz.

1 comments:

chechollanes dijo...

Sabe compañero, tengo el mismo temor en el viaje a Brasil.
De todas formas... hay que puro darle.

Un abrazo colega.